ESSOC | 10 consejos para hablar en público
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10 consejos para hablar en público

10 consejos para hablar en público

Cursos para hablar en público en Oviedo

En el arte de hablar bien en público no hay atajos. El programa ESSOC, siempre vanguardista en cuanto a cursos de comunicación eficaz en la empresa en Asturias, es buen ejemplo de ello. Un estudio exhaustivo de las mejores técnicas y ejercicios basados en experiencias reales, acercan a nuestros alumnos al campo base de la excelencia. Alcanzar las cotas más altas depende de ellos. De su capacidad de esfuerzo y de su talento.

Por ello nos gusta seguir los consejos de quienes llevan a sus espaldas un bagaje en comunicación eficaz curtido en mil batallas, ya sea en el mundo de la empresa o del periodismo. En ESSOC, no somos partidarios de los gurús. Pretendemos ejercer con rigor un magisterio eficaz en el ámbito de los cursos de oratoria en Asturias. Pero nos gustan los expertos en el decir, ya sea de forma oral o escrita.

Aprovechamos para adaptar aquí, algunas pautas interesantes dirigidas a futuros alumnos de nuestros cursos para hablar en público en Oviedo, procedentes de la pluma de Tim Radford, veterano periodista neozelandés. Un autor nombrado 4 veces Escritor del Año, por la Asociación de Escritores Británicos de Ciencia.

Son recomendaciones (25 en total) pensadas en principio para el escritor sobre temas científicos, pero en muchos casos aplicables al orador. Por eso las resumiremos. Porque escribir artículos y hacer una exposición oral no dejan de ser dos variantes de comunicarse en público.

 

  1. Habla pensando en el oyente. No digas lo que te interesa decir si no lo que crees que al oyente interesa escuchar. La modestia del orador no ha de ser una pose. Es simplemente una postura inteligente que te acerca al público. Si te crees mejor o más importante porque tú hablas y los demás escuchan estarás abriendo un foso que se hará visible – extraña paradoja – con cada palabra.
  2. Sin atención no hay escucha. Es esencial captar y mantener la atención del auditorio la mayor parte del tiempo. En cada giro, en cada expresión, en cada entonación. Por eso es más importante aprender cómo decir algo que aprender a decir algo.
  3. En el arte del decir importa la sencillez. La vida ya es complicada, por eso hay que ponérselo fácil a quien nos escucha. Radford utiliza la sutil analogía de un plato de espaguetis. Para tratar un tema complejo o embrollado, es mejor ofrecer una sola hebra de espagueti cuidadosamente extraída del conjunto, que intentar hacérselo tragar todo a nuestro público. Y si ese espagueti lleva adherido algo de salsa del fondo del plato, mejor que mejor.
  4. Buscar el comienzo ideal, ayuda a hilvanar el discurso. Hay que pensar en el núcleo de lo que se quiere transmitir y tratar de resumirlo en una sola frase, casi un titular. Y para llegar a él existen muchos caminos. Merece la pena invertir tiempo en preparar un buen comienzo. Si elegimos atacar el tema por el lugar adecuado, todo resultará mucho más fluido y natural.
  5. Huir de los tópicos no siempre es la estrategia correcta. Es cierto que muchos los desdeñan y rehúyen como la peste, buscando la originalidad y el punto de vista transgresor o divertido. Pero eso sólo es válido si no damos con el tópico correcto. Aquel que podemos presentar como un destilado de sabiduría fruto de la reflexión de generaciones. En definitiva, aquel que coincide con el núcleo de nuestro mensaje o ayuda a llegar a él.
  6. Tener cuidado con las metáforas. No elegir las más descabelladas. El plato de espaguetis, está bien, porque es algo sencillo y poco elaborado. O la célebre caja de bombones de Forrest Gump. La sencillez ha de ser nuestro lema, al hablar y especialmente al hacerlo con metáforas. Por eso nunca, bajo ningún concepto, debemos mezclar dos o más metáforas, a menos que nuestro apellido sea Góngora, las garantías de perder la atención, y el hilo del discurso, por parte de buena parte de la audiencia son casi del 80 %.
  7. Cuidar con las palabras largas o de sentido difícil. Son trampas para el oyente pero también lo pueden ser para el hablante. Decir que algo es refulgente cuando podemos decir que es simplemente brillante, es poner a prueba nuestra dicción cuando lo último que queremos es caer nuestro propio trabalenguas. Por no hablar de lo pedante que suena.
  8. Escapar de las muletillas como de la peste. Esto sí está justificado. Es una simple cuestión de entrenamiento de la fluidez verbal. Desarrollar la máxima agilidad a la hora de manejar un número suficiente de conectores, conjunciones adversativas, o giros apropiados, evitará reiteraciones enojosas.
  9. Cuidado con los superlativos y las fuentes indirectas. No hay por qué afirmar que cierta persona es la más rica de España, bastará indicar que posee una de las mayores fortunas de nuestro país. Ni aceptar todas las citas que circulan por ahí atribuidas a Napoleón o Churchill. Si vamos a citar a alguien es mejor asegurarse que no es una cita apócrifa. Un pequeño trabajo de documentación evitará afirmaciones temerarias.
  10.  Y finalmente leer. Leer un montón de cosas diferentes. Leer la Biblia, y Dickens o Dostoyevsky ayudan a conseguir un bagaje de léxico y expresiones (e incluso experiencias) muy útiles en cualquier discurso o exposición oral.


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